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Gandhi toma un puñado de sal de la orilla del océano Índico el 5 de abril de 1930 ¿Cuál puede ser nuestra "marcha de la sal"? |
Los republicanos necesitamos una “marcha de la sal”. Necesitamos un hecho poderosamente simbólico que revele las contradicciones de la Monarquía, su alineamiento con los poderosos, su corrupción, y que conduzca indefectiblemente a la sociedad indecisa hacia la República. Una marcha de la sal que destelle en esta mediocridad de pensamiento que nos cerca y que, por el corazón, gane al mundo para la causa, de la misma forma que aquella República cercenada en 1936 ganó a los demócratas de todo el mundo.
Antes de convertirse en súbditos
británicos, los habitantes de la India fabricaban su propia sal directamente del
océano, pero los colonizadores la nacionalizaron e instauraron un impuesto. La
sal no sólo se encareció, sino que su producción privada pasó a ser ilegal. En
este contexto, Gandhi inicio el 12 de marzo de 1930 una larga marcha de 300
kilómetros que pasó por numerosas ciudades indias al tiempo que reclutaba más y
más activistas, hasta llegar al Índico, en cuya orilla tomó un puñado de sal.
¡Nada más! En seguida le siguieron quienes le acompañaban. Y luego, en todo el
país, los hindúes comenzaron a fabricar su propia sal. Hubo más de 60.000
detenidos, Gandhi entre ellos, pero la prohibición era tan flagrante y la
inocente acción de producir pequeñas cantidades de sal ganó hasta tal punto el
corazón de la prensa occidental, que Churchill no tuvo más remedio que ceder, lo
que contra todo pronóstico supuso el comienzo del fin del dominio británico en
la India.
¡Necesitamos una acción así! ¿Cuál
puede ser nuestra marcha de la sal? Necesitamos erigir un poderosísimo símbolo de
esta clase, el único que podrá hacer de palanca para extirpar de la herida de
España este mastodonte borbónico que la aplasta, este ogro voraz que se nutre
de los poderosos a la par que los alimenta vaciando el bolsillo de los españoles.
Ni las manifestaciones ni las ruedas de prensa ni las estadísticas ni las
informaciones ni los discursos, por más veraces, efectivos y contundentes que
sean, podrán tener el efecto de una marcha de la sal. ¿Cuál puede ser nuestra
marcha de la sal?
Lanzo la propuesta porque sé que la
inteligencia, la cultura y la creatividad están en los republicanos. ¡Pensad,
discurrid, dilucidad y compartid vuestros hallazgos con los compañeros, con los
medios republicanos, conmigo! No tengáis miedo al ridículo. Es otro lastre de
la España inquisitorial que una República debe erradicar. ¡Tener miedo al
ridículo es tener miedo a expresar lo que se siente, es por tanto un ataque a
la libertad de expresión, de pensamiento, de imaginación! Así que buscamos
todas, todas las opiniones, hasta las más inverosímiles o pintorescas o
utópicas o irreales. A veces en lo más absurdo puede estar el mayor hallazgo.
Queremos vuestras ideas, desde las grandes y geniales hasta las pequeñas y
comunes. ¿Cuál puede ser nuestra marcha de la sal?
He aquí las características que debe
cumplir:
1) Debe ser algo que una a todos los
republicanos independientemente del espectro político que ocupen.
2)
Debe tocar el corazón, ser algo emotivo, que conturbe a la opinión pública y la
haga simpatizar con la causa.
3) Debe ser algo que simbólicamente
implique a la mayor parte del pueblo español, algo que con lo que buena parte
de la sociedad española pueda sentirse concernida.
4) Debe ser algo que atraiga la
atención de la prensa, entre otras cosas porque Gandhi no habría conseguido
nada sin ella (la marcha de la sal fue seguida por un séquito de periodistas).
5) Debe ser algo inocente, trivial,
inofensivo, y que, sin embargo, implique un reto profundo a la organización
actual del Estado, de modo que éste no pueda ni callar ni hacer la vista gorda
ni silenciarlo.
6) No debe retrasarse más allá del
comienzo del otoño, siendo su fecha ideal entre la última quincena de
septiembre y la primera de octubre.
¡Pongámonos a pensar! ¡Pasemos esta
petición de mano en mano! Necesitamos todas las opiniones, todas las ideas,
necesitamos perentoriamente una marcha de la sal. ¿Cuál puede ser nuestra
marcha de la sal?